top of page

Quiénes somos

Hace ya más de sesenta años, cuando iniciamos la Escuela Manuel Bartolomé Cossío, nuestro quehacer docente se apoyaba en la experiencia pedagógica de Célestin Freinet y en la presencia de José de Tapia quien, con una excepcional formación de hombre y maestro, fue el primer introductor de la técnica Freinet en la España republicana y fundador de nuestra escuela.

A partir de entonces nuestro quehacer educativo ha evolucionado día a día, según nuestras propias circunstancias, con aciertos y errores. Unos conceptos se han afirmado; otros, rectificado, y así, en una constante búsqueda, nos hemos mantenido siempre atentos a nuevas necesidades de todo orden nacidas de la práctica cotidiana.

​

A corto plazo, nuestras metas se reducen a cumplir con un programa de alto nivel académico al mismo tiempo que de desarrollo humano. Nos proponemos que nuestros niños aprendan con alegría, que disfruten la escuela, que no la padezcan como un mal necesario cuando en realidad ir a la escuela puede ser tan agradable. Permitimos que los niños se expresen libremente en todos sentidos, que evolucionen según sus intereses, respetando el ritmo de desarrollo de cada uno y que cada conocimiento adquirido sea un descubrimiento personal y un acto de creación. Buscamos que los niños socialicen en un clima de democracia, donde cada uno sea consciente de sus derechos y obligaciones. Fomentamos que sean unidos, que se estimen y se respeten, que se alienten y se ayuden entre sí. 


Pretendemos que la escuela sea un lugar donde los niños puedan crecer y desarrollarse felices, disfrutar su niñez y además formarse académicamente con los programas vigentes. Un lugar que les permita ser y hacer, aprender y aprehender, criticar y ser criticados, respetar y ser respetados… todo en un clima de alegría y bienestar. Un lugar en donde la disciplina no se base en el miedo o la represión sino en el respeto a uno mismo y a los demás, y en el amor y entusiasmo por el trabajo. (Trabajamos convencidos de que) el compromiso que adquieran en su vida adulta, primero con ellos mismos y luego con la sociedad en que vivan, dependerá en gran medida de los valores que la escuela les haya sabido inculcar.

​

A largo plazo, deseamos que, al salir de la escuela, nuestros alumnos hayan desarrollado una gran seguridad personal, tanto emocional como intelectual; que sean objetivos, críticos y claros para resolver los problemas que deban enfrentar; que sepan concebir y expresar sus ideas con claridad, y que a través de ellas manifiesten los valores humanos que les hemos inculcado desde pequeños; que las bases que construimos durante su educación primaria les permitan encontrar atinadamente su vocación y que en sus estudios o trabajos se expresen con capacidad creadora; que no se sometan irreflexivamente a cualquier influencia sino que sean capaces de discernir y discriminar lo que les conviene y los ayuda; que sean, en suma, hombres y mujeres honestos, productivos y felices.

Amo esta escuela, sin duda. Aquí aprendí muchas cosas: a convivir y, sobre todo, a pensar en lo que hago. Siempre recordaré con gusto a la Bartolomé, estuve ahí nueve años en los que me dí cuenta de que la Bartolo era diferente a las demás, y junto con ello me percaté de lo afortunada que era al estudiar en una escuela en donde era feliz.

 

Natalia D. Taboada
Gen. 2017

Para mí la Bartolomé no sólo es mi escuela sino es mi hogar, es donde no importa cómo eres porque serás aceptado y querido por todos.
Aquí cumplirás todos tus sueños de la mejor manera, con mucho amor, alegría, honor y aventura.

 

Brenda M. Chío Gómez
Gen. 2016

bottom of page